Everything is connected


Cloud Atlas (‘La Red Invisible’)
2012
Dir. Andy Wachowski, Lana Wachowski, Tom Twyker




La narrativa coral en el cine, y particularmente su ebullición, se le atribuyen casi unitariamente a Robert Altman (Nashville, ShortCuts, The Player), un nombre que muchos desconocen injustamente; para el grueso de la gente, un ejemplo mucho más popular es la grandiosa Magnolia de Paul Thomas Anderson, o la ganadora del Oscar, pero inferior en calidad, Crash. Contar una historia a través de siete, ocho, nueve o diez personajes siempre es una decisión similar a una misión kamikaze, por el sencillo hecho de que se deben manejar una multitud de arcos y se debe encontrar la forma de unir todas esas piezas en un clímax común que se dé fluida y naturalmente. Lo interesante de Cloud Atlas es que no sólo realiza el ejercicio de contar un relato coral con un número honestamente ridículo de personajes, sino que además su objetivo es reflexionar sobre la naturaleza misma de la narrativa coral, las conexiones entre los protagonistas, y la hermosa idea de que, bajo la noción de que todos estamos conectados, explorar el cómo las acciones individuales tienen ecos en otros tiempos y realidades, a veces de formas nunca imaginadas.

Es una película sobre el efecto mariposa, sin Ashton Kutcher.

Mezcla épocas, tonos, géneros y sexos en un paquete que sólo en la descripción ya parece al mismo tiempo un desastre y una maravilla; un puñado de actores interpretan, a la Ángeles en América, diversos personajes (hombres y mujeres) que encajan con dilemas que se repiten, por ejemplo, tanto en la sección que ocurre en 1849 como en la que acontece en 2144, yuxtaponiendo la historia de un joven abogado enfermo viajando en barco hacia San Francisco, con la de un miembro de un colectivo revolucionario en el Seoul del futuro (autos voladores y rayos láser entremedio) que intenta salvar a una trabajadora/esclava destinada a convertirse en la líder de la resistencia contra el opresivo gobierno de turno. Es fascinante de ver el cómo se desenvuelven estas partículas y logran, a pesar de todo, encontrar sus conexiones particulares las unas con las otras; al final, la película no se trata sobre hilos casuales, sino en decisiones voluntarias que cambian y determinan el porvenir de un solo individuo, o de toda la humanidad. Decisión por sobre ‘designio divino’, como expone explícitamente la línea de 1849 y su dilema racial.



Ahora, la película, con todos sus logros técnicos y narrativos, es cualquier cosa menos sutil. Si bien logra estructurarse coherentemente, está plagada de decisiones de dirección bastante propias de un blockbuster estándar, con los efectismos y redundancias propias de un relato que, curiosamente, toca un tema extremadamente interesante para reflexionar, pero luego excluye toda la apelación a que el espectador mismo haga el ejercicio de pensar para priorizar explicaciones explícitas y cursis. Emocionalmente también es coja, teniendo la posibilidad de explotar una serie de sutilezas que son dejadas de lado por un tratamiento mucho más duro y repetido de ciertos puntos de trama que son realmente lamentables.

En suma, Cloud Atlas tiene todos los ingredientes para ser un desastre, pero termina siendo un plato que se deja disfrutar con sabores que, si bien no son nuevos, entretienen el paladar sin darle impresiones duraderas ni revelaciones epifánicas.

6.5/10 Muy interesante.

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