De Dios y del Hombre



Life of Pi (‘Una Aventura Extraordinaria’)
2012
Dir. Ang Lee

Nominada a 11 premios Oscar 2013, incluida Mejor Película.



Temas controversiales por excelencia, en particular en la actualidad cuando se les utiliza tristemente para justificar crímenes de odio y legislaciones discriminatorias, Dios y la religión son tópicos que, a veces justamente y otras no, se han ganado arranques de ira y deseos de funa por la pura mención de su nombre. Todos conocemos (o hasta somos) un quemaiglesias. Hay quienes no creen en una forma superior de inteligencia y se apoyan en una visión pragmática y científica del mundo, y hay quienes simplemente gozan escupiendo en las creencias de quienes sí han encontrado el significado de sus vidas a través de la religión, cualquiera sea ésta. ¿Cómo entonces, se puede hacer una película que sugiera la omnipresencia de una divinidad, sin ser cursi, canuta, de mal gusto, como para ocupar iconografía cristiana explícita o lugares comunes de la fe para meternos la idea de Dios por nuestras incrédulas gargantas? ¿Cómo puede una película sobre Dios y la fe defenderse ante un público tan vastamente hostil hacia la sola idea de una inteligencia superior, tal y como ha sido tratada hasta ahora?

Ang Lee ha abordado antes temas controversiales con notable éxito. Aunque no es de mi gusto particular, Brokeback Mountain (‘Secreto en la Montaña’) probó que Lee era capaz de encontrar el núcleo emocional de una historia dejando de lado los prejuicios de sus particularidades, sabiendo contar una historia de amor conmovedora en un contexto que puso a prueba muchas sensibilidades, orgullos y estómagos, particularmente gringos. Así como relató con habilidad una épica romántica entre dos cowboys homosexuales, ahora se embarca en la tremenda tarea de filmar una novela que se consideraba imposible de traducir al cine, sobre un chico que reafirma su fe en Dios al quedar varado luego de un naufragio sólo en compañía de un temerario tigre de Bengala. Y la verdad es que el resultado es, como el personaje invisible al que alude la historia, divino.



Lee tiene un tremendo ojo para la contención y la evasión de las emociones baratas, el planteamiento sutil de una sugestión por sobre una argumentación tediosa, y una sensibilidad narrativa y visual que encajan perfecto con una película que tiene, por al menos en un 70% de su duración total, a un solo personaje en medio del océano. La película no emprende el ejercicio patético de explicar las razones por las que todos nosotros deberíamos creer en Dios. No nos mete por ninguna parte el discurso de que Jesús murió por nosotros y bautícese ahora. Opera, al contrario, como una parábola con una historia extraordinaria que deja espacio para la reflexión, y la decisión sobre la presencia o no de una voluntad divina con propósitos ulteriores a lo que se puede ver a simple vista. Es una exploración, en cierta forma contraargumentativa pero nunca insistente ni agresiva, sobre la lógica que provoca la incredulidad de quienes dicen que Dios no existe porque hay guerra, porque hay hambre, porque un familiar no se sanó de una enfermedad, y por todo lo malo que hay en el mundo en general; es una maravillosa historia sobre el por qué Dios envía moscas a una herida que debería sanar, por qué envía tormentas y hambre a un chico varado en el mar siendo presa fácil de un tigre, y cuál es el propósito último de todo ese sufrimiento. Sin limitarse solamente a la idea del Dios cristiano, lo que sugiere y deja en espacio reflexivo es en general la posibilidad de una entidad superior a nosotros. Es una historia sobre el significado de la vida, sobre el sentido de las cosas, del dolor y lo que está más allá de nosotros, envuelta en un paquete magnífico de bellísima fotografía del chileno Claudio Miranda, poderosa música de Mychael Danna, y algunos de los mejores efectos especiales del año (el tigre es 85% digital, increíblemente bien logrado), incluso vastamente superiores a las superproducciones favoritas de Los Vengadores y Prometeo. Es, sin desmerecer a Argo ni Zero Dark Thirty, mi favorita del grupo de nominadas de este año.

8/10 Obra maestra.

Hanekeísmo: Especial Oscar #2


Amour
2012
Guión y dirección: Michael Haneke

Nominada a 5 premios Oscar 2013, incluida Mejor Película.



Puede que sea un tema de karma, como Chile y Brasil en el fútbol (ok díganme que no acabo de hacer una analogía futbolística), pero es la segunda vez que Haneke es el candidato a quedarse  con el Oscar/Globo de Oro y dejar a Chile con las manos vacías – la primera vez en 2010, cuando La Nana perdió en los Globos de Oro ante Das Weisse Band: Ein deutsche Kindergeschichte, y ahora que No compite con Amour, las posibilidades son vergonzosamente parciales y parece casi seguro que en su primera nominación en la historia, Chilito se vaya perdedor. Qué se le va a hacer más que aceptar lo obvio.

Dejando la triste realidad de lado, Amour es una película profundamente hanekeana, para bien y para mal. Aquellos familiarizados con el cine del realizador austríaco sabrán que su firma más reconocible es la narrativa austera, distante y consistentemente sórdida – características que funcionaron a la perfección en Das Weisse Band, la historia de la generación de niños alemanes que crecieron para convertirse en los propulsores del nacionalsocialismo. Ahora, muchos aplausos se ha adjudicado Haneke realizando una historia que se ha catalogado como “muy poco característica de su estilo” y “sorprendentemente tierna y sensible”, cuando la verdad es que su único mérito es haber formulado una historia que naturalmente sería tierna y sensible, y luego tratarla de la misma forma en que ha tratado todo lo demás. Fantástico, porque logró evitar que se convirtiera en una película de domingo en la tarde de Megavisión, pero más allá de eso, Haneke simplemente no puede despegarse de su necesidad visceral de mantener todo a temperaturas glaciales.

La verdad es que Amour sí es a ratos tierna y sensible, y aún más generosamente, lo es durante sus primeros y aproximados tres cuartos; la delicada y mínima historia de un matrimonio de ancianos enfrentados al progresivo decaimiento de la esposa (Emmanuelle Riva), logra utilizar la austeridad como método dosificador para entregar, en cada escena, el toque justo de sutileza y despliegue actoral que requiere el terrible proceso de ver el lado más cruel de la vejez. Aquí también se manifiesta el gusto por la sordidez de Haneke – pero válida y sensiblemente, en la forma de representar, pero no explotar, el viaje de Riva desde las primeras señales de deterioro hasta la total dependencia de su marido, Jean-Louis Trintignant, quien debe asistirla para comer, realizar funciones básicas, y ayudarla a no perder la facultad de hablar y comunicarse. Amour es la exploración más mínima y cotidiana del amor, aquel que no necesita cruzar océanos ni montañas ni absurdas pruebas de comedia romántica para validarse, sino la aceptación y el cuidado del otro mientras se hace obvio que no queda más que suavizar el proceso de morir. Hasta ese punto, la película es un logro maravilloso. Después Haneke debe recordarnos su amor por lo sórdido y, decide estropearlo todo con un final que si bien es coherente con la versión más romántica del amor que profesa, no deja de ser tremendamente innecesario y gratuito.

                                                           ALERTA DE SPOILERS

Porque sí, la idea en sí es coherente y se comprenden sus intenciones, pero ¿por qué? ¿Por qué, Haneke, Jean-Louis termina asfixiando a su esposa con una almohada hasta matarla, y conviertes un silencioso viaje de dolor y compromiso en una historia de asesinato geriátrico? ¿Por qué este gusto ridículo de traer tu sordidez hasta a la historia que más crecería sin ella? Amour era posible sin esto y podría haber tenido un final que expresara lo mismo (el deseo por traerle paz y cese al dolor de quien se ama) de formas mucho más efectivas. Pero no. No podía darle un toque distinto. Y aunque todo el mundo te aplaude, Michael, yo me niego a darte mi beneplácito, por tu enraizada incapacidad para salirte de tu propia zona de comodidad.

                                                               FIN DE SPOILERS


Y procedo a realizar algo que hasta ahora no había hecho:
Los primeros 100 minutos de Amour: 7/10 Recomendable.
Los últimos 20 min: 5/10 Regular.

Promedio: 6/10 Interesante.


Especial Oscar #1


Zero Dark Thirty

Dir. Kathryn Bigelow
2012

Nominada a 5 premios Oscar 2013, incluida Mejor Película.



Es bien sabido que Hollywood es un lugar profundamente politizado. Más veces de las soportables ha sido el nido de producciones que hieden al inconfundible y exacerbado patriotismo gringo, y no sólo acá es posible ver el alcance de sus mecanismos; las ceremonias de premiación son también un lugar común de maquinaciones que ya poco tienen que ver con la calidad del trabajo que dicen recompensar, sino con una serie de conveniencias y agendas políticas que siguen igual de vigentes que hace 50 años cuando se prohibía a los acusados de comunismo el recibir una nominación a los Oscar. En este contexto en que las artes, y en particular el cine, son usados para apoyar la agenda política estadounidense, es bastante difícil encontrar un ejemplo que se atreva a criticarla y, más aún, ser reconocida por ello (un gesto que me parece igualmente sospechoso). Quizá obligatoriamente tenía que venir de la mano de Kathryn Bigelow, la medianamente desconocida realizadora que de un día para otro salió con The Hurt Locker en 2009 y se convirtió en la primera mujer en ganar el Oscar a Mejor Director, que lentamente se construyó fama de autora de cine político y que pasó de tratar la guerra de Irak (Hurt Locker) a la larga caza de Osama Bin Laden post 9/11.

Zero Dark Thirty es, a lo menos, fascinante. Más estructurada y tensa que The Hurt Locker, detalla la odisea norteamericana por dar con el paradero de Bin Laden a través de un número de pistas falsas, vacíos legales y estrategias erróneas, contada desde el esfuerzo de Maya (Jessica Chastain), una agente de la CIA que ve su trabajo, a lo largo de la década que dura la búsqueda, convertirse en una obsesión. Si bien dura dos horas y media, no tiene problemas de ritmo de montaje y exuda un logro tremendo en todas sus áreas: desde el astuto guión, las tremendas actuaciones (particularmente Chastain), una dirección segura y profundamente profesional, y las agallas de tratar un tema que siempre ha sido objeto de controversia: el uso de la tortura como medio de obtención de información, o como a los gringos les gusta llamarla, Enhanced Interrogation Techniques (Métodos Mejorados de Interrogación).



El tópico de la tortura es capcioso y curioso. La controversia radica particularmente en que Bigelow y Mark Boal, el guionista, obtuvieron información clasificada durante la etapa de investigación que explicitaría el recurso de la tortura como un método común en las interrogaciones de sospechosos, y parte clave del éxito de la operación. Rápidamente una serie de políticos y hasta críticos de cine se apresuraron a descalificar la representación de la tortura como una exageración sensacionalista que se contradecía absolutamente con la realidad, produciendo cómicamente la impresión contraria. Hay incluso una escena en la que algunos secundarios hablan mientras Barack Obama niega férreamente el uso de tortura en una entrevista televisiva, derivando en un silencio y miradas culposas entre los personajes. Si bien es poco sutil, es una escena que dentro de sus intenciones casi cómicas, funciona perfectamente dentro de la postura que establece la película. Sea verdad o no si realmente se torturó, Bigelow se ha defendido de las acusaciones con una aseveración que apoyo completamente: la representación de una realidad no connota apoyo a ésta, y si así fuera nadie, ni escritores, ni artistas en general, podrían hablar sobre conductas inhumanas sin ser acusados de promoverlas.
Ahora, si los políticos y acusadores en general realmente estuviesen en contra de la película como dicen estarlo, la copia original de Zero Dark Thirty hace rato que estaría incendiándose en algún remoto búnker de Texas. Porque se sabe que los gringos han hecho cosas bastante peores que prohibir la exhibición de una película que perjudica su imagen.

7.5/10 Muy recomendable.