And Just Like That

A Single Man
2009
Guión de Tom Ford y David Scearse
Dirigida por Tom Ford




Lo mejor que se puede esperar es que no sea suerte de principiante. Tom Ford hizo una película hipnotizante cuyo trailer me tuvo esperando 6-8 meses por una película que prometía, a lo menos, ser un regaloneo visual, y en eso cumplió a cabalidad el contrato. La exquisitez escópica que logra en su primera película me hace pensar que sentía por A Single Man el cariño apasionado de un estudiante de cine novato al que le pasan su primera cámara fotográfica y quiere poner a prueba todo el potencial de composición, manejo de color y lenguaje visual que la situación le permita. Y en esa fascinación, produjo un goce para la mirada que resultó coherente con su propuesta, pero fallida en la búsqueda por la trascendencia.

A Single Man es una película sobre la mirada, por eso me di el trabajo de buscar esa primera imagen tan elocuente del ojo de George Falconer. Y más que sobre la mirada, es sobre la percepción que tiene George del mundo en este día en particular, donde ha decidido darle un giro radical a su vida. Podríamos vulgarizar y reducir diciendo que es una de esas historias donde 'el mundo se le aparece más bello en tanto que lo ve desaparecer', o similares. Y siendo francos, lo es; A Single Man es la expresión literal del concepto.







Los recurrentes énfasis que hace Tom Ford a los detalles de la cotidianidad de Mr. Falconer, con la ayuda de la fotografía del joven español Eduard Grau, resultan plenamente efectivos en una lectura inmediata de la experiencia de George, mas parecen obvios y trillados, aunque en definitiva no sea así. Ford manipula la paleta cromática de la película saturando los colores dentro de una misma escena para representar los cambios emocionales que sufre Falconer en tanto que su percepción del día a día, de los detalles irónicos de su existencia diaria, se le aparecen de forma distinta, casi como fenómenos en el sentido clásico del término. En este día, George Falconer ha llevado su capacidad de asombro al límite en que todo le parece de una belleza notable; esto es algo que Ford comprendió a la perfección al momento de diseñar el look lujoso y excesivo y lavish de una película que, como dije inicialmente, mantiene la promesa de entregar imágenes y momentos hipnotizantes. Si bien esta manipulación no se ha visto mucho (a excepción de la teoría del color de Tarkovsky), parece curiosamente obvio, precisamente por la cualidad literal del recurso. El uso repetitivo convierte a la película en una colección de momentos de primeros planos en slow motion que son una fiel representación de la idea que liga la sensación del tiempo con las emociones, con un goce del detalle, pero que en definitiva hace poco por trabajar la psicología de Falconer y entregar una mirada nueva sobre la idea principal de la historia: la contención, las apariencias, la construcción de un rol social; todo eso está en la magnífica actuación de Colin Firth, sutil, precisa, conmovedora, y aún así, insuficiente para lo que pudo haber sido la película como un todo. Es más, la repetición y el tipo de encuadre y la alteración cromática traen a la mente, más que la identificación con la percepción de Falconer, la idea de un collage de avisos publicitarios de lápiz labial, lápiz de ojos y cigarrillos.



A Single Man pudo haber sido un insight fascinante a los conceptos propuestos; pudo haber hecho una profunda reflexión sobre la percepción, sobre la capacidad de asombro, sobre la soledad, y aunque se agradece mucho que no caiga en los clichés de las películas que tratan con la homosexualidad, se queda corta en el intento por establecer un vínculo consistente con la experiencia estética de un hombre cuyos ojos viven su último día de vida. Aún así, hace bastante.

The Origin Of Love

Hedwig and the Angry Inch
2001
Dirección y guión de John Cameron Mitchell




Hay películas que tienen la facultad de hablar creativa y descaradamente de tus deseos y miedos más profundos, los más patéticos e infantiles, los que más te consumen las horas de sueño, los que te llenan de esperanza o decepción al momento en que conoces a alguien. Y hay otras como Hedwig.

No hay una descripción objetiva, para variar. Hedwig basa su impacto mayor en el hecho de que es más afín con ciertas sensibilidades y experiencias de vida, más allá de contar con un guión muy inteligente y pícaro, la hábil traducción de éste a la pantalla por el (también protagonista) director John Cameron Mitchell, y por supuesto, las canciones. Oh dear God, las canciones. Porque Hedwig está repleta de canciones (se le podría hasta llamar un musical), pero el punto de divergencia es que dichas canciones no operan estrictamente como acólitos de la historia; más bien, van construyendo progresivamente el personaje de Hedwig Schmidt-Robinson por sobre la historia, la chica transexual alemana tremendamente talentosa que ve su vida convertirse en un fiasco tras haber conocido a quien le robaría todo su repertorio musical, Tommy Gnosis. Porque el personaje de Hedwig es eso, un personaje que trasciende la diégese de la película y (metafórica y literalmente) se mueve en otros espacios, en otras realidades, hasta en inconcientes.



Las canciones (dignas de destacar son The Origin of Love, Wicked Little Town (ambas versiones), Wig In A Box, y Midnight Radio) son traducciones de carácter poético de los deseos, miedos y experiencias de Hedwig en su búsqueda por su obsesión mayor: su otra mitad. Como el mito platónico de la media naranja que funciona como la base para The Origin Of Love, Hedwig reflexiona constantemente sobre su necesidad de ser uno con otro, de cuestionar la naturaleza del amor, del fenómeno de la atracción, de la perpetuidad de la idea del "tú y yo" en el tiempo. Con una concepción muy romántica (remítase dicha palabra a su significación original, no a la vulgarización actual), Hedwig compara el amor a un acto de creación, a la aparición de un algo nuevo resultante de la mezcla de los dos sustratos que vendrían a ser el y el yo. Prueba visual de ello es el símbolo que se muestra de forma recurrente en las secuencias animadas y en el tatuaje de Hedwig: las dos mitades de un rostro que intentan volver a ser una, y al momento de volcarse la una hacia la otra en una cópula magnífica y definitiva, dan paso a la generación de una tercera entidad, una completitud. La película es eso: la respuesta a esa larga búsqueda por la otra parte de nosotros mismos, aquella que potencia lo que tenemos dormido en alguna parte, lo que nos da la oportunidad de hacer brillar al otro, en un acto de eterna reciprocidad y complementación.

Hedwig es divertida, ingeniosa y witty, a la vez que también es sorprendentemente sensible y honesta. Si bien se construye sobre personajes que no son universales por sus características inmediatas, éstos van develando pronto una tridimensionalidad rica en anhelos y fallas profundamente humanas, quizás las más humanas de todas; el miedo a la soledad, a la carencia de amor, al sinsentido de la existencia, al no reconocimiento... Hedwig engloba un impresionante set de preguntas en 95 minutos de un paquete sumamente atractivo y recomendable.

Lugar en el Top 10 de Películas Favoritas de Leonardo: #5

e.D.

e.D.
es un proyecto personal mío de mi persona, parte de un set mayor de ideas similares, que busca realizar en mínima escala nano- o cortometrajes basados en la lógica de mínimo elenco, mínimos recursos, y mucha experimentación de lenguaje cinematográfico.

El primero de ellos es e.D., basado en el cuento El Dinosaurio de Augusto Monterroso.

El cuento es, como sigue:

"Cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí."

Y procedo a hacer la adaptación.

Etapa actual : escritura del guión.