Especial Oscar #1


Zero Dark Thirty

Dir. Kathryn Bigelow
2012

Nominada a 5 premios Oscar 2013, incluida Mejor Película.



Es bien sabido que Hollywood es un lugar profundamente politizado. Más veces de las soportables ha sido el nido de producciones que hieden al inconfundible y exacerbado patriotismo gringo, y no sólo acá es posible ver el alcance de sus mecanismos; las ceremonias de premiación son también un lugar común de maquinaciones que ya poco tienen que ver con la calidad del trabajo que dicen recompensar, sino con una serie de conveniencias y agendas políticas que siguen igual de vigentes que hace 50 años cuando se prohibía a los acusados de comunismo el recibir una nominación a los Oscar. En este contexto en que las artes, y en particular el cine, son usados para apoyar la agenda política estadounidense, es bastante difícil encontrar un ejemplo que se atreva a criticarla y, más aún, ser reconocida por ello (un gesto que me parece igualmente sospechoso). Quizá obligatoriamente tenía que venir de la mano de Kathryn Bigelow, la medianamente desconocida realizadora que de un día para otro salió con The Hurt Locker en 2009 y se convirtió en la primera mujer en ganar el Oscar a Mejor Director, que lentamente se construyó fama de autora de cine político y que pasó de tratar la guerra de Irak (Hurt Locker) a la larga caza de Osama Bin Laden post 9/11.

Zero Dark Thirty es, a lo menos, fascinante. Más estructurada y tensa que The Hurt Locker, detalla la odisea norteamericana por dar con el paradero de Bin Laden a través de un número de pistas falsas, vacíos legales y estrategias erróneas, contada desde el esfuerzo de Maya (Jessica Chastain), una agente de la CIA que ve su trabajo, a lo largo de la década que dura la búsqueda, convertirse en una obsesión. Si bien dura dos horas y media, no tiene problemas de ritmo de montaje y exuda un logro tremendo en todas sus áreas: desde el astuto guión, las tremendas actuaciones (particularmente Chastain), una dirección segura y profundamente profesional, y las agallas de tratar un tema que siempre ha sido objeto de controversia: el uso de la tortura como medio de obtención de información, o como a los gringos les gusta llamarla, Enhanced Interrogation Techniques (Métodos Mejorados de Interrogación).



El tópico de la tortura es capcioso y curioso. La controversia radica particularmente en que Bigelow y Mark Boal, el guionista, obtuvieron información clasificada durante la etapa de investigación que explicitaría el recurso de la tortura como un método común en las interrogaciones de sospechosos, y parte clave del éxito de la operación. Rápidamente una serie de políticos y hasta críticos de cine se apresuraron a descalificar la representación de la tortura como una exageración sensacionalista que se contradecía absolutamente con la realidad, produciendo cómicamente la impresión contraria. Hay incluso una escena en la que algunos secundarios hablan mientras Barack Obama niega férreamente el uso de tortura en una entrevista televisiva, derivando en un silencio y miradas culposas entre los personajes. Si bien es poco sutil, es una escena que dentro de sus intenciones casi cómicas, funciona perfectamente dentro de la postura que establece la película. Sea verdad o no si realmente se torturó, Bigelow se ha defendido de las acusaciones con una aseveración que apoyo completamente: la representación de una realidad no connota apoyo a ésta, y si así fuera nadie, ni escritores, ni artistas en general, podrían hablar sobre conductas inhumanas sin ser acusados de promoverlas.
Ahora, si los políticos y acusadores en general realmente estuviesen en contra de la película como dicen estarlo, la copia original de Zero Dark Thirty hace rato que estaría incendiándose en algún remoto búnker de Texas. Porque se sabe que los gringos han hecho cosas bastante peores que prohibir la exhibición de una película que perjudica su imagen.

7.5/10 Muy recomendable.

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