The Hobbit: An Unexpected Journey


El Hobbit
2012
Dir. Peter Jackson



Nueve años después del cierre de la trilogía de LOTR, y de un sinnúmero de problemas legales, limbo productivo, y un momentáneo cambio de mano (a Guillermo Del Toro), Peter Jackson finalmente regresa a la Tierra Media junto a su séquito de colaboradores para embarcarse en otra aventura de hobbits, enanos, elfos e Ian McKellen. Era posiblemente el escenario más idóneo para la realización de la tan esperada precuela, con todos los responsables de la primera trilogía regresando para garantizar una visión íntegra y consecuente con todos los muchísimos puntos fuertes de la que considero, personalmente, uno de los trípticos más perfectos de la historia del cine.

Lo que tenemos ahora entre manos es la primera parte de la que hace poco fue anunciada como una nueva trilogía cuando originalmente se había considerado partir el libro en dos; sean éstas razones económicas o artísticas es tema de debate, pero el consenso parece ser éste: de vuelta están el humor, la calidez, y la belleza de la Tierra Media, pero completamente atrás se quedó la habilidad de Jackson de sintetizar y priorizar elementos relevantes de la historia. El Hobbit es prueba fehaciente de que hasta lo que se ve maravilloso no puede extenderse sin perder parte de su encanto – aun cuando apele a la nostalgia de sus fieles más acérrimos (me incluyo), no se puede negar que en más de un par de ocasiones Jackson pierde el foco y el sentido del ritmo y se dispersa hacia detalles que funcionan como trivia más que como engranajes vitales para el avance de la historia. En sí, la película está estructurada como una serie de repeticiones que constantemente se alternan entre secuencias de acción y distención, acción y distención, con una buena porción olvidándose de desarrollar personajes (de los cuales tiene bastantes) y trama en general. Esto resulta problemático si se lo piensa a gran escala en términos del conjunto de la trilogía: ¿es realmente necesario ocupar nueve horas en contar una historia que podría ser contada quizá en menos de seis, y hasta en buenas cuatro, como Retorno del Rey?

Jackson ha caído en una contradicción fundamental al afirmar que con El Hobbit quiso emprender una adaptación completa, al contrario de LOTR – con esta decisión, puede haberse ganado el corazón de los fans (en teoría), aunque en definitiva la opción sólo perjudique al público en general: en literatura uno PUEDE describir la cola del gato que pasa junto a la mesa del frente en un restorán; en cine, si no ayuda a mover la historia de alguna manera, está de más. El cine es economía narrativa. Y acá hay una abundancia extrema de colas de gatos; apéndices que relatan historias pasadas, acciones irrelevantes de personajes, y toda una plétora de detalles que el bien intencionado Jackson despliega sobre 170 minutos, pero que lamentablemente sólo dilatan el progreso dramático de la historia y a ratos depositan el interés casi exclusivamente en la apreciación de sus cualidades técnicas, por sobre la historia en sí. A ratos los paisajes importan más que los personajes.

Aún así, y acariciando con amor mi corazón de abuela, El Hobbit mantiene el bienvenido feeling de la Tierra Media gracias a su sentido del humor, su corazón que aunque disperso sigue latiendo fuerte, el regreso de un puñado de personajes muy queridos, y la música de Howard Shore que sitúa de inmediato en los terrenos más nostálgicos que dejamos pasar hace ya una década. Para disfrutar cada una de las 130 horas que dura.

6.5/10 Muy interesante