Ode to the Geek

Pacific Rim/Titanes del Pacífico
Dir. Guillermo del Toro
2013



Robots peleando contra monstruos gigantes de otra dimensión. La escala de ridiculez de esta premisa es sólo comparable a la del presupuesto astronómico de este sentido homenaje al género kaiju, y el consecuente despliegue de acción y destrucción que se espera en una superproducción del 2013. Lo que Pacific Rim hizo bien, sin embargo (igual que Avatar, e incluso mejor) fue superar lo absurdo con un evidente amor por su material y su mitología – amor que se permea notoriamente hacia el público y le permiten a escépticos snobs como a quien leen, el disfrutar e incluso ser partícipes de la experiencia.

La película es un gigantesco intertexto. Dialoga con un sinnúmero de referencias, desde Godzilla a Robotech a Neon Genesis Evangelion, pero más interesantemente aún, establece jocosas y lúdicas relaciones con la subcultura que las sostiene – dicho sin más ni menos, los geeks. Toda Pacific Rim es un a elefantiásica, sincera, aunque conflictuada, carta de amor a los ñoños, a los que jugaban a los robots y los monstruos, a los que ávidamente coleccionaban e intercambiaban figuritas de acción como quien instaura una religión, y en general, a todos quienes fantasean con el género mecha/kaiju.



La dirección de arte, la fotografía y los efectos visuales están a la altura de una producción de su tipo, aunque la gente a cargo del departamento de sonido parece tener un paradójico problema de insuficiencia auditiva: la mezcla sonora es tan insoportablemente alta durante toda la película, que me parece imperativo que la venta de entradas al cine venga con un descuento para consulta de otorrino. Ni siquiera una película de Michael Bay ostenta todo este nivel de estertor auditivo, lo que deja a Pacific Rim en la lúdica posición de ser resumida de este modo: BRUOOOOOM WNFBFFBASHIKAPOOOOOOWM SGA (destrucción, explosiones) – “hay que pilotear al Jaeger” – TUMFASNFNASHKKKKK RAMJJJROTMANF – “kaijus categoría 4!” – FIKUMSHHTROMPWAAAAZZZZ.

Dentro de toda la ocasional tortura auditiva y el fetiche tecnológico existen ciertas dimensiones de desarrollo humano que vale la pena revisar. Aparte de los evidentes paralelos eco-friendly (los kaiju, como los huracanes, están clasificados en cinco categorías, trayendo toda una lectura sobre el hombre vs naturaleza y las metáforas de la contaminación), la historia en sí se construye sobre la base de una subdesarrollada, pero aún así interesante, metáfora sobre los vínculos y los recuerdos y dolores compartidos (los pilotos de los Jaeger deben maniobrar los robots estableciendo una conexión neuronal mutua que les permite acceder a la mente del otro, recuerdos y emociones incluidas), dando pie a un par de escenas que se permiten brillar entre toda la parafernalia destructiva.



Pero hablando de metáforas, y a pesar de todo lo entretenida y emocionante que puede ser, no deja de causar sospecha que Del Toro y compañía se hayan olvidado sobre la metáfora primordial de los kaiju – tal como el original, Godzilla, corresponden a alegorías sobre el horror de la invasión estadounidense a Japón vía las armas nucleares. Y por supuesto (leve spoiler), ¿cómo creen ustedes que nuestros héroes salvan al mundo en esta oportunidad? Para refleccionar, como diría nuestra querida Sabrina Subenires.

6.5/10   Muy interesante