Gravity
2013
Dir. Alfonso Cuarón
Dos astronautas se quedan varados
en el espacio. En estas ocho palabras se resume toda la historia de Gravedad, y es precisamente esa
simplicidad de la propuesta la que le permite explotar al máximo su premisa y
convertirse en la película mejor
criticada del año, y en lo que ha sido llamado (y puedo corroborarlo) un
cambio en el paradigma de la narración cinematográfica, especialmente en lo que
concierne los efectos visuales y el 3D al servicio de la efectividad del
relato.
La historia sigue a la doctora
Ryan Stone (Sandra Bullock), ingeniera en su primer viaje al espacio, y Matt
Kowalsky (George Clooney), astronauta experto, mientras intentan sobrevivir después
que una lluvia de desechos crea una reacción en cadena que destruye todo a su
paso y los deja a la deriva, sin comunicación a Tierra y prácticamente nulas
posibilidades de regresar. Esto convierte a Gravedad
en el más primordial relato de supervivencia, bajo las condiciones imprevisibles
e inclementes del espacio exterior.
Mientras que resulta evidente que
ni la historia ni los personajes son de una complejidad abismal, la tremenda
habilidad de Cuarón y las sublimes actuaciones de Bullock (en especial) y
Clooney llevan la película hasta su punto de ebullición, convirtiéndola no sólo
en un genial logro técnico, sino que también en un recordatorio vívido de por
qué vamos al cine en primer lugar. Aún en todo su despliegue de suprema
visualidad, Cuarón incluso encuentra el espacio para dotar y desarrollar en la
historia un tema: el aprender a dejar ir, y quedarnos sólo con lo necesario
para vivir (no por nada el tagline de
la película es “No te sueltes”, y el mismo nombre Gravedad hace referencia a lo que nos atrae y nos hace peso, además
de haber múltiples referencias, literales a veces, sobre despojarse de cosas y
dejar ir, y aferrarse sólo a lo vital), con la doctora Stone siendo la guía en
el viaje que emprendemos con ella a través de las circunstancias que la vida
nos pone enfrente y nos obligan a tomar las más difíciles decisiones.
Gravedad es cine puro en el sentido que su ambición única es
emocionarnos, movernos, encantarnos, dejarnos al borde de nuestros asientos, y
logra todo eso con creces en noventa minutos casi perfectos - una sola escena,
bastante controversial por eso mismo, previene a la película de serlo en su
totalidad, pero que no merma en absoluto su logro. Y es de esperar que estos
logros se reflejen también en la temporada de premios, donde se anticipa
reconocimiento no sólo en las categorías técnicas (prácticamente ya ganó el
Oscar por Efectos Visuales y Fotografía), sino también en las categorías
mayores de Mejor Actriz, Director, y Película.
8/10 Obra maestra.
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